19 octubre, 2009

Recital de Stratovarius 14/10/09


El miércoles 14 de octubre la escena del metal fue testigo de un recital más de la leyenda finlandesa del power metal. Stratovarius se presentó ante un público que colmó el teatro y que vibró como nunca con el excelente espectáculo que brindó la banda.
Llegué a The End a eso de las 7 y media, medio complicado entre la facultad y el tránsito. Lo primero que me impactó fue la cantidad de cola que había, ya que no me esperaba semejante convocatoria. Por suerte pude entrar cuando recién empezaba a tocar la segunda banda soporte, Abryllian. Espectacular estuvieron los chicos de Hurlingham, con muchas influencias del buen metal progresivo, tocaron de diez y realmente se lucieron. Luego de ellos vinieron Dark Whisper y Lord Kraven, dos bandas que ya son clásicos de este tipo de eventos. La primera de ellas me la había cruzado ya en el festival Heathen Alliance, y es una banda que creo que no llega a canalizar el potencial que tienen. Con dos muy buenas cantantes en escenario, pareciera que no son capaces de focalizar su música en una dirección, y sus composiciones se diluyen en las restricciones que se imponen. Por otra parte, Lord Kraven es otra banda que también pude ver en un par de ocasiones anteriores. Esta vez con toda una puesta de escena “pseudo-vikinga”, me llamó poderosamente la atención la similitud con la banda española Mägo de Oz. El cantante tiene la misma voz (me pareció a mi o hasta canta apropósito con un tono medio gallego?) y componen el mismo tipo de canciones con inclinaciones épicas y teatrales. Si bien logró mucho más respuesta del público, tampoco logró despegar, y su música se vio opacada además por el mal sonido. Una de las guitarras estaba insoportablemente chillona, la otra demasiado baja, y la batería por momento sonaba como un cajón peruano y por momento opacaba a todos los demás instrumentos. En resumen, en una previa llena de covers de Sonata y Rhapsody como era de esperar, la popularidad no fue sinónimo de excelencia, y Abryllian con toda humildad se llevó ampliamente el primer puesto.
Luego de más de 45 minutos de espera finalmente se oyeron las primeras notas de Destiny, cantada por una angelical computadora, seguido de lo cual Stratovarius hizo presencia en el escenario. La gente realmente enloqueció ante la avalancha de clásicos que vinieron después, una simple muestra de lo que iba a ocurrir a lo largo de todo el recital. Hunting high and low, Speed of light y The kiss of Judas llegaron sin descanso uno atrás del otro, con un sonido espectacular. Contrario a lo que me esperaba, únicamente se oyeron tres temas del último disco Polaris. Obviamente no faltaron solos de todos los instrumentos, salvo por la batería que realmente no tuvo un papel protagónico. Los clásicos se continuaron a lo largo del show, paseándonos por toda su amplia discografía. Eagleheart y Twilight symphony nos demostraron porque son realmente los reyes del power metal, con más de 20 años de trayectoria que avalan su título. Luego del encore, regresaron con toda la energía, como si los años no pasaran, culminando su presentación con un Black Diamond que ya se venía sintiendo en el aire.
Como ya se dijo, la presencia de Jörg Michael detrás de la batería fue inapreciable. No se destacó en ningún momento del show, pero más allá de la falta de lujos, le faltó mucha precisión. Lo mismo parece haberle pasado a Johansson, quien no rindió como me esperaba. Quien conoce los trabajos de este excelente tecladista fuera de la banda, sabe que es verdaderamente uno de los mejores en lo que a su instrumento respecta. Para un personaje capaz de desenvolverse con soltura dentro de las escenas del metal, el jazz, el avant-garde y la música progresiva, sus aportes durante el recital fueron terriblemente pobres. Con oberturas sin sentido y solos aburridos, Johansson fue el punto más bajo del recital teniendo en cuenta su cualidad como músico y las expectativas que su presencia generaba. Quizás los problemas que tuvo con el sonido lo pusieron en un estado de vacío creativo, pero de todos modos su actuación fue decepcionante. Los demás miembros de la banda sobrepasaron rotundamente mis expectativas. Lauri Porra brilló con un solo de bajo que fue una verdadera clínica de slap, y durante todo el show demostró una personalidad escénica muy positiva. Plantado en el medio del escenario, tocó hasta el último tema con la mejor onda y una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Kotipelto me sorprendió cantando de forma inmejorable, creo que canta con más precisión hoy en día en vivo que hace 15 años en estudio. Desde el principio tuvo una excelente conexión con el público, haciéndonos recordar algunas de sus visitas anteriores, hablando de futbol y demostrándole al público argentino que somos verdaderamente una de sus audiencias favoritas. La ausencia de Tolkki ni se sintió. Matias Kupiainen, el nuevo integrante de la banda, tocó incluso mejor, deshaciendo todo fantasma de ausencia en el escenario. Cambiando y personalizando un poco los solos de guitarra de los temas clásicos, demostró que ha venido definitivamente para quedarse, y tocó un solo neo-clásico que hizo temblar la mismísima tumba de Elisa.
Es una alegría ver a la banda tan unida luego de tan solo 50 recitales junto a Matias. Recordemos que hace ya un año y medio empezó la bochornosa partida de Tolkki de la banda, con peleas y declaraciones contradictorias por parte de ambos bandos. Por suerte Stratovarius se pudo recuperar totalmente, utilizando este golpe como una brisa de aire fresco. Tolkki ahora debe de darse cuenta de lo que ha perdido, y anunció su venida a la Argentina en noviembre para dar una clínica de guitarra, quizás tratando de perseguir la cola del cometa y recibir un poco de apoyo, ahora que su ex banda se lleva todos los aplausos.
El nuevo disco de Strato que acaba de salir, Polaris, tiene un sonido totalmente distinto, lo cual era de esperarse siendo Tolkki el compositor del 95% de la música previa. A pesar de que siempre los fanáticos son reacios al cambio, creo que la llegada del nuevo guitarrista y la dirección musical que han tomado es precisamente lo que necesitaban. Escapando de un sonido que los había llevado a un callejón sin salida, la banda ha resuelto la situación de manera brillante. En el nuevo disco se encuentran composiciones mucho más arriesgadas, saliendo de las cuadraturas y la extrema consonancia típica del power metal, y utilizando herramientas que nunca nadie imaginó que podrían aparecer en un disco de Stratovarius.
Es emocionante ver renacer al fénix de las cenizas, y qué mejor bautismo de fuego para esta nueva alineación que un recital sublime en uno de los países que siempre les ha dado la mejor de las acogidas.

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