31 octubre, 2009

Pär Lindh y el nuevo Rock Sinfónico

¿Quien es Pär Lindh?

Cuando uno piensa en rock progresivo sueco rápidamente le saltan a uno a la mente Anekdoten, Änglagård y Landberk… seguramente más de uno mencione también a The Flower Kings o Roine Stolt, y los más metaleros seguro pensarán en Opeth y Pain Of Salvation, quizás a alguno también se le escape Samla Mammas Manna, ¿pero cuántos de ustedes pensarían en Pär Lindh? Seguramente muy pocos. Es que la historia ha sido injusta con este asombroso músico. Luego de la debacle progresiva posterior a los años ’70, le llevó mucho tiempo recuperarse plenamente al prog, y esto no ocurrió ni en Inglaterra, ni en Italia, ni en ningún otro país con una tradición progresiva abundante, sino que ocurrió en los países escandinavos, y más específicamente en Suecia. Esta nueva oleada de bandas recreó el sonido sinfónico original en toda su magnitud, agregándole elementos nuevos y toques de frescura, logrando así que el género alcance una segunda época dorada. Lo que poca gente sabe es que Pär Lindh y su proyecto se encuentran en el centro de este movimiento, siendo él en gran parte responsable de este renacer. Esto se debe a que en el año 1991, un grupo de amigos se juntan y fundan “The Art Rock Society” con el propósito de recrear la música que tanto amaban, y es ni más ni menos que Pär Lindh quien asume la jefatura de esta sociedad. Es a través de esta asociación y sus recitales que emergen los ya mencionados Anekdoten, Änglagård y Landberk. Sin embargo la música de este hombre va más allá del rock sinfónico. Cuenta con influencias fácilmente apreciables tanto de la música barroca, gótica y renacentista como del jazz, y esto se debe a la fascinante vida que ha llevado. Su historia musical comienza en el año 1977 cuando forma Antenna Baroque (un grupo de hard rock) y luego en 1979 Vincebus Eruptum (no confundir con el disco de Blue Cheer), un trío de rock sinfónico. Pero el género ya estaba en decadencia, la buena música no tenía lugar en un mundo dominado por el punk, el pop y el disco, y su proyecto fracasa. Transcurren los años y encontramos a nuestro hombre trabajando de organista de iglesia, pianista clásico y baterista, tocando desde el clavicordio hasta el órgano Hammond, y convirtiéndose en un músico de jazz de muchísimo éxito. Pero sus incontables experiencias musicales sólo servían para incrementar su añoranza por la música progresiva. Es así que vuelve en el año 1989 a Suecia decidido a seguir su corazón. Forma la banda Manticore, funda “The Art Rock Society” y revive al prog de sus cenizas. Su música es frecuentemente comparada con Emerson, Lake & Palmer por el sonido clásico, o con Rick Wakeman por el virtuosísmo en los teclados. ¿Cuántas veces hemos escuchado "Suenan como Yes...", "Se parece a King Crimson..."? En un mundo justo en vez de estar comparando al Pär Lindh Project con otras bandas, estaríamos comparando a otras bandas con PLP, ya que esta agrupación se ha ganado un lugar al lado de los grandes de verdad. Ahora, ¿cómo puede ser que una banda que cuenta con la calidad y la historia con la que cuenta Pär Lindh Project, termine pasando tan desapercibida? La verdad que no logro encontrar una respuesta coherente, menos todavía siendo esta banda perteneciente a un género que cuenta con seguidores tan ávidos por digerir nuevas bandas. Más allá de las razones, me niego a hacer oídos sordos. Este post está dedicado a realzar la grandeza de uno de mis músicos predilectos a través de la reseña de uno de sus mejores discos.


Pär Lindh Project – Gothic Impressions (1994)

Pär Lindh se rodea de los mejores músicos de su patria para ayudarlo en este su primer disco, que es tanto para mí como para muchos más, su obra maestra. Entre ellos se encuentran Roine Stolt (Kaipa, The Flower Kings, Transatlantic, The Tangent); cuatro de los miembros de Änglagård, la cual acababa de dejar de existir como tal; la increíble cantante, tecladista y violinista Magdalena Hagberg (que lamentablemente ha pasado a mejor vida) que lo acompañaría posteriormente en todos sus trabajos; el guitarrista Björn Johansson con quien luego sacaría dos discos en colaboración, ambos basados en El Señor de los Anillos; un conjunto coral, y muchos otros. ¿Cómo se hace para juntar lo mejor del virtuosismo musical de Suecia en un mismo proyecto y que éste no se convierta en una batalla por el poder creativo? Fácil, en este disco los músicos, por más buenos que sean, son simplemente invitados, subordinados a la mente creativa de Pär Lindh.
El disco comienza con una atmósfera densa, que nos recuerda a las obras góticas de siglos atrás. Una introducción corta, que rápidamente da paso a “The iconoclast”, un tema donde se mezclan el barroco con el rock con una maestría que pocos poseen. La voz suena rara al principio, parece desafinada, pero en mi opinión tiene el fin de darle a la canción un sonido similar al de los cantos religiosos. La canción llega a su climax, para dar lugar a un instrumental más sereno y terminar en un desenlace disonante. Un muy buen comienzo. La siguiente canción “Green medow lands”, comienza con una hermosa melodía tocada por la flauta y acompañada por el clavicordio, para luego dar paso a una canción tranquila, muy al estilo del King Crimson en su primera etapa. Simplemente genial. Finalmente llegamos a “The cathedral” unao de los mejores temas sinfónicos que he escuchado. Lo tiene absolutamente todo… comienza con un órgano de iglesia entretejiendo melodías clásicas, para dar luego lugar a los demás instrumentos y la voz (un tanto operática por momentos) creando una canción lenta, que va creciendo de a poco. Se desarrolla una obra con sonidos parecidos a ELP, pero que brilla con una luz propia, muy compleja y cambiante. Hay lugar para todo, desde el mejor progresivo hasta la psicodelia y la música clásica se unen en una sola obra, con instrumentales, acústicos, marchas, himnos, solos, cambios de ritmo y todo lo que se les ocurra que pueda entrar en una canción de 20 minutos. La siguiente canción es hermosa, parece transportarnos a la Edad Media. Nos paseamos por el campo, en una hermosa mañana, yendo a la iglesia. La voz de la cantante es increíble, mezclándose con las melodías del clavicordio crean fugas al mejor estilo barroco. Finalmente el disco llega a su última canción, una recreación de una famosa obra de Mussorgsky, la banda logra capturar toda la fuerza y la tragedia, reconstruyendo la esencia misma de la canción, completamente distinta a la original pero manteniéndose respetuosa.
Desde mi punto de vista Pär Lindh logra con este disco alcanzar el top ten de discos de rock sinfónico de la historia. No sólo se conforma con ser el principal responsable del redescubrimiento de este género perdido en el tiempo, sino que además crea una obra maestra dentro del mismo, yendo donde nunca antes nadie había ido, produciendo un disco con un sabor único e irrepetible. Toda persona amante de la música debería tener y adorar este disco.

19 octubre, 2009

Recital de Stratovarius 14/10/09


El miércoles 14 de octubre la escena del metal fue testigo de un recital más de la leyenda finlandesa del power metal. Stratovarius se presentó ante un público que colmó el teatro y que vibró como nunca con el excelente espectáculo que brindó la banda.
Llegué a The End a eso de las 7 y media, medio complicado entre la facultad y el tránsito. Lo primero que me impactó fue la cantidad de cola que había, ya que no me esperaba semejante convocatoria. Por suerte pude entrar cuando recién empezaba a tocar la segunda banda soporte, Abryllian. Espectacular estuvieron los chicos de Hurlingham, con muchas influencias del buen metal progresivo, tocaron de diez y realmente se lucieron. Luego de ellos vinieron Dark Whisper y Lord Kraven, dos bandas que ya son clásicos de este tipo de eventos. La primera de ellas me la había cruzado ya en el festival Heathen Alliance, y es una banda que creo que no llega a canalizar el potencial que tienen. Con dos muy buenas cantantes en escenario, pareciera que no son capaces de focalizar su música en una dirección, y sus composiciones se diluyen en las restricciones que se imponen. Por otra parte, Lord Kraven es otra banda que también pude ver en un par de ocasiones anteriores. Esta vez con toda una puesta de escena “pseudo-vikinga”, me llamó poderosamente la atención la similitud con la banda española Mägo de Oz. El cantante tiene la misma voz (me pareció a mi o hasta canta apropósito con un tono medio gallego?) y componen el mismo tipo de canciones con inclinaciones épicas y teatrales. Si bien logró mucho más respuesta del público, tampoco logró despegar, y su música se vio opacada además por el mal sonido. Una de las guitarras estaba insoportablemente chillona, la otra demasiado baja, y la batería por momento sonaba como un cajón peruano y por momento opacaba a todos los demás instrumentos. En resumen, en una previa llena de covers de Sonata y Rhapsody como era de esperar, la popularidad no fue sinónimo de excelencia, y Abryllian con toda humildad se llevó ampliamente el primer puesto.
Luego de más de 45 minutos de espera finalmente se oyeron las primeras notas de Destiny, cantada por una angelical computadora, seguido de lo cual Stratovarius hizo presencia en el escenario. La gente realmente enloqueció ante la avalancha de clásicos que vinieron después, una simple muestra de lo que iba a ocurrir a lo largo de todo el recital. Hunting high and low, Speed of light y The kiss of Judas llegaron sin descanso uno atrás del otro, con un sonido espectacular. Contrario a lo que me esperaba, únicamente se oyeron tres temas del último disco Polaris. Obviamente no faltaron solos de todos los instrumentos, salvo por la batería que realmente no tuvo un papel protagónico. Los clásicos se continuaron a lo largo del show, paseándonos por toda su amplia discografía. Eagleheart y Twilight symphony nos demostraron porque son realmente los reyes del power metal, con más de 20 años de trayectoria que avalan su título. Luego del encore, regresaron con toda la energía, como si los años no pasaran, culminando su presentación con un Black Diamond que ya se venía sintiendo en el aire.
Como ya se dijo, la presencia de Jörg Michael detrás de la batería fue inapreciable. No se destacó en ningún momento del show, pero más allá de la falta de lujos, le faltó mucha precisión. Lo mismo parece haberle pasado a Johansson, quien no rindió como me esperaba. Quien conoce los trabajos de este excelente tecladista fuera de la banda, sabe que es verdaderamente uno de los mejores en lo que a su instrumento respecta. Para un personaje capaz de desenvolverse con soltura dentro de las escenas del metal, el jazz, el avant-garde y la música progresiva, sus aportes durante el recital fueron terriblemente pobres. Con oberturas sin sentido y solos aburridos, Johansson fue el punto más bajo del recital teniendo en cuenta su cualidad como músico y las expectativas que su presencia generaba. Quizás los problemas que tuvo con el sonido lo pusieron en un estado de vacío creativo, pero de todos modos su actuación fue decepcionante. Los demás miembros de la banda sobrepasaron rotundamente mis expectativas. Lauri Porra brilló con un solo de bajo que fue una verdadera clínica de slap, y durante todo el show demostró una personalidad escénica muy positiva. Plantado en el medio del escenario, tocó hasta el último tema con la mejor onda y una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Kotipelto me sorprendió cantando de forma inmejorable, creo que canta con más precisión hoy en día en vivo que hace 15 años en estudio. Desde el principio tuvo una excelente conexión con el público, haciéndonos recordar algunas de sus visitas anteriores, hablando de futbol y demostrándole al público argentino que somos verdaderamente una de sus audiencias favoritas. La ausencia de Tolkki ni se sintió. Matias Kupiainen, el nuevo integrante de la banda, tocó incluso mejor, deshaciendo todo fantasma de ausencia en el escenario. Cambiando y personalizando un poco los solos de guitarra de los temas clásicos, demostró que ha venido definitivamente para quedarse, y tocó un solo neo-clásico que hizo temblar la mismísima tumba de Elisa.
Es una alegría ver a la banda tan unida luego de tan solo 50 recitales junto a Matias. Recordemos que hace ya un año y medio empezó la bochornosa partida de Tolkki de la banda, con peleas y declaraciones contradictorias por parte de ambos bandos. Por suerte Stratovarius se pudo recuperar totalmente, utilizando este golpe como una brisa de aire fresco. Tolkki ahora debe de darse cuenta de lo que ha perdido, y anunció su venida a la Argentina en noviembre para dar una clínica de guitarra, quizás tratando de perseguir la cola del cometa y recibir un poco de apoyo, ahora que su ex banda se lleva todos los aplausos.
El nuevo disco de Strato que acaba de salir, Polaris, tiene un sonido totalmente distinto, lo cual era de esperarse siendo Tolkki el compositor del 95% de la música previa. A pesar de que siempre los fanáticos son reacios al cambio, creo que la llegada del nuevo guitarrista y la dirección musical que han tomado es precisamente lo que necesitaban. Escapando de un sonido que los había llevado a un callejón sin salida, la banda ha resuelto la situación de manera brillante. En el nuevo disco se encuentran composiciones mucho más arriesgadas, saliendo de las cuadraturas y la extrema consonancia típica del power metal, y utilizando herramientas que nunca nadie imaginó que podrían aparecer en un disco de Stratovarius.
Es emocionante ver renacer al fénix de las cenizas, y qué mejor bautismo de fuego para esta nueva alineación que un recital sublime en uno de los países que siempre les ha dado la mejor de las acogidas.

16 octubre, 2009

Música Futurista (parte 3 de 5)

La llegada de la ola futurista tuvo una enorme repercusión en la estancada música italiana. Había pasado mucho tiempo desde Vivaldi y el florecimiento musical barroco; incluso desde Giuseppe Verdi, Giacomo Puccini y las pomposidades de la ópera. El mundo era ya un escenario totalmente distinto, y sin embargo la escena musical italiana, conservadora en esencia, se mantenía fiel a sus íconos de antaño. Una pequeña cápsula del tiempo que se aferraba con desesperación a fórmulas repetidas, escondiéndose de la novedad y temiendo al cambio. Sin embargo, un hombre iba a llegar para derribar el velo que cegaba al arte musical italiano, y ese hombre era Francesco Balilla Pratella.
Francesco era un músico muy hábil, combinando un don natural, una formación sólida y una visión renovadora. Había estudiado en el conservatorio de la ciudad de Pesaro, siendo alumno de Pietro Mascagni, el compositor de óperas más importante de Italia de fines del siglo XIX y principios del XX. Paradójicamente era éste encierro en la ópera como expresión musical que terminó de enfermar a Pratella y enemistarlo para siempre con sus pares. Era simplemente cuestión de tiempo que este personaje, asqueado de la escena musical de la que era parte, encontrara su camino hacia el futurismo. Es así como en 1910 se une al movimiento mediante la creación del Manifiesto para Músicos Futuristas.
Éste fue el primer intento de expansión de la ideología más allá de las artes visuales. No tardarían en llegar en los años subsiguientes el Manifiesto Técnico de la Música Futurista, siguiendo la costumbre establecida ya en otras expresiones artísticas; y la Destrucción de la Cuadratura, cuyo nombre hace más que hablar por sí solo. Sin embargo el efecto sorpresa de un mismo golpe se diluye rápidamente si éste es repetido, por lo que la revolución provocada por el primer manifiesto jamás fue igualada. Es por éste famoso ataque a la sobriedad que recordamos hoy en día la contribución de este excéntrico personaje a la historia universal de la música. En él, alzaba a la juventud como única solución ante la “mediocridad intelectual” y el “carácter comercial” que gobernaba las mentes de los compositores locales (¿Acaso no se estudia historia para cerciorarse de que los errores de ayer no se vuelvan a repetir?). La escena italiana, degenerada en una burda y eterna adulación del vulgar melodrama operático, tenía que ser rescatado y revivido por el futurismo. ¿Como era posible que el cambio y la renovación artística se daban a todo lo largo y ancho de Europa, y sin embargo no alcanzaban ni a asomarse en aquel atrasado país en que vivían? Alemania tenía al violento Wagner, Inglaterra al revolucionario Elgar y Finlandia al nacionalista de Sibelius. Solamente las atrasadas mentes italianas se resistían al inevitable cambio, quizás incluso siendo ésta una razón para justificar la violencia con la que tuvo que ocurrir.
Las escuelas, conservatorios y academias eran los culpables. Era en aquellas trampas en que caían los jóvenes músicos, entrando llenos de energía y saliendo repletos de tradicionalismo. Las nuevas ideas y tendencias eran ahogadas por una generación de profesores impotentes, cuyo conformismo no hacía más que prostituir las grandezas del pasado y establecer el estudio de un arte muerto.
¿Qué herramienta podía destronar al melodrama musical y reestablecer la verdadera y pura expresión artística? ¡La verdadera sinfonía! Aquella sublime expresión artística que los mismísimos pioneros italianos habían creado, tanto en la forma del ripieno concerto como de la llamada opera italiana. Si, aquella misma opera italiana que en el 1600 había marcado el camino para la creación de las sinfonías y la verdadera Música Clásica, era la que ahora, a principios del 1900, había degenerado en una repetitiva telenovela musical.
Pratella concluye instando a los “jóvenes, audaces e intranquilos” a tener “corazones para vivir y luchar, mentes para concebir, y frentes libres de cobardía”. La liberación del pasado había llegado finalmente, dando descanso a la creación atada por las tradiciones. Musicalmente esto llevó a grandes cambios: el rol del cantante pasaba a ser igual de importante que el de cualquier instrumento dentro de la orquesta, los conservatorios eran vistos como aquellos que destruían mentes más que formarlas, las baladas operáticas eran arrancadas de raíz, y las creaciones originales y revolucionarias pasaban a ser el presente y el futuro de la escena artísica.
Sin embargo no vemos en Pratella aquel – me atrevería a llamarlo grotesco – odio hacia el mundo. Y esto inevitablemente lo separa de sus pares. No se aprecian en sus escritos rastros de violencia, destrucción ni vértigo. No existe un odio hacia el pasado; todo lo contrario, amaba tanto el pasado que no entendía como podían destruirlo en el presente mediante interminables copias. Claramente nos encontramos frente a un futurista conservador, menos reaccionario. Un hombre disgustado con la falta de dirección de la música italiana y su estructuralismo, pero cuyo interés estaba lejos de centrarse en una revolución política y social. Del mismo modo, su música no se encuentra separada de la de su época por un abismo creativo. Aunque claramente modernista, utilizando libertades armónicas, rítmicas y estructurales marcadas en su música, no podemos hablar de su obra como revolucionaria, sino que sería mejor describirla como una transición abrupta.
Aquí es cuando entra en escena otro personaje, el pintor y compositor Luigi Russolo. Junto con su hermano Antonio fueron responsables de llevar a cabo la verdadera revolución. A diferencia de Pratella, su música es radicalmente futurista, desapareciendo totalmente las conexiones con los compositores de su época, e incluso llevando a una total redefinición del mismísimo concepto de arte sonoro. Amigo y colaborador de Marinetti, Russolo adhería al futurismo con aquella radicalidad típica del movimiento, siendo capaz de dar la vida defendiendo su causa. Fue a través de sus pensamientos, composiciones e inventos que la verdadera música futurista cobró vida. Esto ocurría en marzo de 1913, cuando El Arte de los Ruidos veía la luz.
En este manuscrito, originalmente en formato de carta enviada a su amigo y compositor Francesco Balilla Pratella, Russolo verdaderamente dio rienda suelta al futuro. Argumentando que el oído humano se había acostumbrado a la velocidad, energía y ruido típico de las ciudades modernas, la música debía de implementar estos nuevos elementos. De esta forma, la paleta musical podía crecer mediante la absorción de la tecnología de forma nunca antes vista, "sustituyendo la limitada variedad de timbres que una orquesta posée hoy en día con la infinita variedad de timbres que poséen los ruidos”. Había llegado un punto en la historia de la humanidad en el que no existía posibilidad de progreso musical sino era mediante un cambio radical. El reducirse solamente a cuatro categorías de instrumentos (cuerdas, maderas, metales y percusión) habían encerrado a la creación en un círculo vicioso del cual nada nuevo podía salir. Incluso las propuestas totalmente novedosas sonaban viejas y familiares. La respuesta la daba la misma evolución musical.
La música había comenzado de forma simple, con el uso de instrumentos rudimentarios e improvisados; de allí se había pasado a la música tetracórdica griega, gobernada por la matemática pitagórica; posteriores cambios habían llevado al canto gregoriano y de allí a la invención del acorde, primero consonante y luego salvágemente disonante. Esta clara evolución iba de la mano del avance en la complejidad del entorno humano, de sus sociedades y su tecnología. Pero también iba de la mano del aumento del ruido, ya que el mundo había nacido en la pacífica calma y se encontraba hoy, por acción humana, condenada a un eterno barullo. Era lógico entonces, que en aquel momento en que el ruido alcanzaba un nivel nunca antes visto, era hora de que la música vaya un paso más allá en su evolución. La complicada polifonía adquirida se basaba en la exploración de nuevos y distintos timbres, sin embargo “el sonido musical es muy limitado en cuanto a su variedad de timbres”. En orden de dar el siguiente salto en la evolución musical, era necesario adoptar lo que él llamo sonidos-ruido. La tecnología era la herramienta que permitía conquistar estos nuevos rincones creativos de formas que antes no eran posible.


Los hermanos Russollo posando junto a su más preciado aliado, el entonador de ruidos, instrumento que expandía de forma abrupta las posibilidades sonoras de la época

De esta forma arrivaba el futurismo a la música. Tanto Pratella como Russolo, dos caras de una misma moneda, habían llegado para cambiar la dirección de la música para siempre. Uno destruyendo el presente, otro construyendo el futuro. La música futurista no solo gozaba ahora de las más absolutas libertades compositivas, permitiendo una experimentación armónica, rítmica y melódica sin presedentes, sino que además iba más allá y ampliaba el concepto de música propiamente dicha. La música de Pratella, atonal, cacofónica y arrítmica, utilizaba los recursos ya existentes prácticamente como una burla hacia lo establecido, pavimentando el camino hacia las distintas vertientes de la música docta del siglo XX que se desarrollarían con posterioridad. Por otro lado los hermanos Russolo, buscarían reemplazar la música melódica con música basada en ruidos, inventando instrumentos como el Intonarumori (“entonador de ruidos”) y dando presentaciones de su Gran Concerto Futurista, recibido con desapruevo e incluso violencia por el público. De esta forma se convertía en el padre de la música avant-garde, la musique concrète, la electrónica y el noise. Más aún, su libro L’Arte dei Rumori se convertiría en uno de los tratados sobre música y estética más influyentes del siglo XX.

La música futurista es uno de los mejores ejémplos de un arte cuya esencia es tan revolucionaria que hoy, un siglo después de su génesis, sigue siendo música de extrema vanguardia.

09 octubre, 2009

Regis Iussu Cantio et Reliqua Canonica Arte Resoluta

"El Concierto de Flauta de Sanssouci", por Adolph Mensel, muestra a Federico el Grande en uno de los recitales que otorgaba cotidianamente en su salón de música.

La música resuena constantemente en el palacio de Federico II de Prusia, mezclándose con los suaves aromas de la primavera. Todo un jardín musical florece día tras día en las enormes salas del castillo. Por sus paredes retumban con vigor el delicado y bello sonido de los violines, el preciso caminar de los cellos y el suave cantar de las flautas. ¡Ah, las flautas! Desde su más tierna infancia el rey había cultivado una gran pasión por este delicado instrumento. Pasión que no tardó en manifestarse en la forma de una habilidad y sensibilidad especiales. Su amor por la música era aquella fuerza que guiaba su existencia, y por la cual estaba dispuesto a pagar cualquier precio con tal de defender. Es así como vivió su adolescencia confrontado con su padre, quien no aprobaba de sus placeres artísticos. Incluso llegó al punto de ver a su mejor amigo ejecutado por un tribunal de guerra debido a esta pasión que compartían… pero esa es otra historia. Escondidos lejos en algún rincón de la memoria del joven rey se encuentran aquellos traumáticos momentos juveniles. Su padre había muerto tiempo atrás, y muy a su pesar, Federico había heredado el trono, convirtiendo a aquella acérrima fortaleza en un lugar lleno de vida y color. De esta forma, La primavera había heredado el reinado de manos de su padre el invierno.
El rey lo poseía todo. Una nación a sus pies, todo el lujo y el dinero que uno se pueda imaginar, y un ejército que necesitaba solamente que levante un dedo para atropellar algún reinado vecino. En pleno auge del autoritarismo absoluto, “El estado era Federico”, parafraseando lo que el Rey Sol había expresado años atrás. Pero aquello que verdaderamente colmaba el corazón del rey con orgulloso era su corte de músicos. A su alrededor se congregaba constantemente un eximio séquito de artistas, entre los cuales se encontraban nada más y nada menos que Carl Philipp Emanuel Bach, hijo de Johann Sebastian, e incluso más célebre que su padre en vida; Johannes Joachim Quantz, maestro y virtuoso de la flauta travesera sin paralelo en la historia de la humanidad; el gran compositor de operas y música sacra Carl Heinrich Graun; y los hermanos bohemios Franz y Georg Benda, el primero considerado el padre de la escuela alemana de violinistas. En la corte del rey Federico “El grande” la música era el centro de la vida social; y tanto la libertad como la capacidad artística con la que estaban dotados cada uno de los músicos llevó, rápidamente, no solo a que el palacio de Potsdam se estableciera como posta obligatoria de todo músico que viajaba por las tierras prusianas, sino también a que se convirtiera en un ávido centro de creación y progresión musical. Sus artistas, combinando el estilo contrapuntístico propio del barroco con un mayor coqueteo emocional y gran fuerza expresiva, sentaron los cimientos de un barroco tardío berlinés. Este “Estilo sensitivo” como se lo denominó, fue un influjo de fuerte inspiración del cual mamaron tanto Haydn como Beethoven, auténticos gigantes del clasicismo.
Sin embargo el rey no era feliz. Poseía todo el oro y poder del mundo, pero esto no podía saciar su vacío. Era reverenciado como la figura artística más importante de la época, y los compositores de todo el viejo mundo se peleaban para que alguna de sus sonatas para flauta fuera tocada por las mismísimas manos del virtuoso rey de Prusia. Sin embargo el rey deseaba algo que todavía no había logrado conseguir. Su mayor anhelo era que aquel músico que el tanto admiraba, ese que había sido la influencia más importante en su consolidación musical, se presentara en su palacio y toque una fuga para deleite de sus oídos. Cada día que pasaba se imaginaba aquel momento con mayor obsesión. Incluso llegó al punto de componer un tema con ayuda de sus músicos, el más bello tema que jamás había elaborado, con el fin de reservarlo para aquel día en que su héroe lo deleitara con su música. El rey soñaba con el día en que el gran Johann Sebastian Bach se presentara ante él. Lo que no sabía era que aquél día estaba próximo a llegar.
El día 7 de mayo de 1747 el sol despuntó, tiñendo el cielo europeo de cromáticos tonos carmesíes; y el alba, sorprendió a Bach cansado y molesto. Hace dos días que estaba viajando por los interminables caminos germanos, algo que a su edad le resultaba muy agotador. Estaba yendo a visitar a su nuera, quien estaba embarazada por segunda vez de su hijo favorito, Carl Philipp Emanuel. Pero antes, había decidido pasar por la residencia del rey, de quien tantas maravillas escuchado. Todavía quedaba mucho camino por andar, faltaban campos por atravesar y ríos por surcar. Con suerte a la tarde lograrían llegar y podría cambiarse, comer y dormir un poco. Ya no se encontraba en estado para semejantes viajes.
El día transcurrió como cualquier otro en el palacio real, y a la tarde, el rey y sus músicos se preparaban para deleitar a sus invitados con su habitual concierto vespertino. Antes de salir, los músicos se encontraban en una sala lateral, pacientemente afinando sus instrumentos y dando los últimos toques a la presentación del día. En ese momento el rey fue interrumpido por uno de sus súbditos, quien le acercó la lista de personalidades que había arribado al castillo. Mientras ojeaba la lista, el rey se puso pálido y congeló la respiración. Apoyó su flauta y se levantó de su silla, el corazón latiendo con una pasión inusitada, y con la mirada fija e inmutable dijo: “Caballeros, el viejo Bach ha arribado”.
Bach fue llevado directo a la presencia del rey. Su estado de higiene lo llenó de vergüenza, ya que ni siquiera le habían permitido cambiarse y sacarse aquellas ropas de viaje. Así es como Federico conoció a su ídolo, sonrojado e incómodo, mal vestido y de muy mal humor. Pero al rey no le importaba nada, estaba radiante de alegría, esbozando una sonrisa que nunca nadie había visto. Se agachó, reverenciando a aquel viejo hombre, que a pesar de no poseer ningún título, era rey de sus pasiones. Luego de una rápida introducción, el compositor fue paseado por todos los cuartos del palacio, y forzado a tocar en los 14 pianos de los que el rey era dueño. El joven Federico no podía contener la necesidad de demostrarle al viejo hombre que él, gracias a las influencias que el mismísimo Bach había aportado a su vida, se había convertido en un músico de una excelencia quizás equiparable a la del maestro. Su primera jugada era ésta, deslumbrarlo con su colección de pianofortes, instrumento que había sido recientemente creado. Pero el rey se guardaba un as bajo la manga, aquella vieja composición que había perfeccionado durante años, y que finalmente hoy cobraría vida.
Luego de varias horas cuando el tour había llegado a su fin, Bach recibió de manos del rey aquel mimado motivo, que posteriormente llamaría Thema Regium o tema del rey. En ese momento le fue pedida una tarea monstruosa, algo que únicamente un número de músicos que se cuentan con los dedos de la mano han podido realizar en la historia de la humanidad. El rey solicitó que Bach improvisara una fuga a 6 voces basada en aquel tema, lo cual fue seguido por un largo e incómodo silencio en la sala. Bach era conocido por realizar semejantes monumentos artísticos, pero no se encontraba en su mejor estado ni humor. Incluso el público presente vio aquello como un tipo de ataque contra la personalidad del músico, un intento de demostrarle que ya no estaba a la altura de aquella nueva generación de músicos entre los cuales se encontraban el rey, Bach hijo y los demás artistas de aquella escena preclásico. Lo que en una época había sido idolatría se había convertido ahora, luego de la maduración artística del rey, en cierta arrogancia. Johann Sebastian encontró entonces la manera perfecta de excusarse. Alabando la composición del tema, dijo que era demasiado compleja para poder realizarse semejante improvisación, y que, si el rey así lo permitía, prefería improvisar una fuga únicamente a 3 voces, y luego enviarle al rey algo más complejo cuando tuviera la posibilidad de estudiar el tema más en detalle. El rey, cegado por su orgullo, aceptó. A lo largo de los años, aquel sueño de escuchar a su ídolo, se había convertido en el sueño de ser él el idolatrado. Con una sonrisa pacífica, se aposentó en su trono, y oyó aquella “pobre” improvisación a 3 voces. Aquella noche se puso en manifiesto como aquel joven que luchaba con bravía por su arte se había convertido en un rey soberbio y con un corazón corrompido.
Dos meses después de aquel encuentro, Bach enviaba al palacio del rey no solo una transcripción basada en aquella improvisación a 3 voces, sino que con ella iban también la tan deseada fuga a 6 voces, una sonata para flauta, violín y clave, y nada menos que 10 cánones basados en el Thema Regium, que en su conjunto son conocidos hoy en día como la Ofrenda Musical, no solo una de las obras más importantes que Bach compuso en su vida sino también una obra fundamental en la historia de la música occidental. Sin embargo, se cree que el rey jamás tuvo noticias de ella. Al momento de recibirla se encontraba éste al frente de una de sus tantas campañas militares, con el corazón hinchado de auto idolatría. Creyéndose superior a todo hombre, casi un semidios se podría decir, Federico II “El grande”, era en realidad mucho más inferior de lo que pensaba. Es así como hoy, a pesar de haber compuesto más de 100 sonatas para flauta y 4 sinfonías, el musicalmente olvidado rey de Prusia es recordado más por lo que permitió que otros compusieran que por lo que él mismo compuso. La música que su corte otorgó al mundo es considerada como un eslabón clave del desarrollo del barroco al clasicismo, y su Thema Regium es recordado meramente como la chispa que desató un fuego, cuyo nombre es la Ofrenda Musical. Aquella ofrenda musical, dedicada a un rey músico cuyo orgullo, había convertido en un rey sordo.

05 octubre, 2009

Crítica al Metal Progresivo

Los siguientes escritos fueron rescatados de la votación del mejor disco progresivo del año 2007, llevada a cabo en mi foro: http://musicaprogresiva.org/foro.

11/01/08:
ANUBIS GATE – Andromeda Unchained
Este es un muy buen disco. La música es impecable, los artistas son todos de tremendo nivel… y sin embargo me han dejado con gusto a nada. ¿Como puede ser esto? Anubis Gate es una banda que promete muchísimo. Un conjunto de grandes mentes puestas a trabajar juntas, que dan como resultado grandes ideas, no es algo que ocurre todos los días en el mundo de la música. De más esta decir también que estas personas no solo tienen grandes mentes sino además una habilidad con sus instrumentos de altísimo nivel. Sin embargo, hay algo que sé desde hace mucho tiempo y todavía no lo había podido compartir con nadie, pero creo que es el momento de que aquel pensamiento salga de mi cabeza. Las nuevas bandas de prog metal son.......... todas exactamente iguales. Esta es la triste verdad. La explosión que ha tenido el género ha ido en detrimento de su originalidad. La calidad de cada disco sigue siendo increíble, pero la gente ha dejado de tener nuevas ideas. Hay algo que siempre me ha fascinado de la música progresiva, y es que se puede saber el artista de un tema solo con escuchar los primeros segundos del mismo. El estilo de cada banda fue siempre tan único que las distintas agrupaciones eran inconfundibles entre si. Pero lejos han quedado aquellos días en los que venía un amigo a mi casa, me preguntaba de quien era la música que estaba sonaba y yo era capaz de contestar sin dudar ni un segundo. Es que parece que estos nuevos jóvenes han descubierto la fórmula para el éxito. Debe de haber algún tipo de libro en donde se explica como componer un disco de metal progresivo, alguna guía o manual donde están descriptas las pautas a seguir para lanzar un buen disco de metal progresivo, el cual será increíblemente igual al de todos las demás bandas que lanzan sus discos en los próximos/previos 2 o 3 años. La lista de requerimientos se sucede de la siguiente manera: una pequeña introducción de teclado por aquí, algún riff en un tiempo bizarro que intenta ser tan original que me recuerda a los últimos 15 que he escuchado, un cantante con el mismo registro que todos los demás, el doble bombo sin el cual ya no se puede hacer música, la canción más larga del disco conformada como mínimo de una primera parte acústica de unos 3 minutos y una segunda parte donde explayar el virtuosismo técnico hasta lo impensable, y un largo etc... El metal progresivo es un género que ya no "progresa", así que mejor llamémoslo metal complejo que metal progresivo. Por supuesto siempre existen las excepciones, tanto Circus Maximus como Spheric Universe Experience (por dar algunos ejemplos) son bandas de prog metal jóvenes que sin embargo tienen un sonido absolutamente único. Lo único que trato de decir es que estoy viendo una caída en la calidad del metal progresivo clásico y melódico, el cual abarca un amplio espectro dentro de las bandas que ven la luz últimamente.
Mi puntaje: 7/10. El disco es impecable, el género no lo es más.

P.D.: Lamento retractarme de haber dicho que Anubis Gate "(...) promete muchísimo". Su disco The Detached del 2009 me pareció realmente malo. Una pena..

11/01/08:
AMARAN’S PLIGHT – Voice in the Light
Le di una nueva oportunidad a este disco ayer a la noche, ya que a pesar de que nunca me pareció un disco malo, tampoco creo que sea una joya como para figurar entre los mejores 10 discos del año como lo hace en Progarchives. Y he aquí mi conclusión:

Crítica al prog metal melódico #2:
He notado que en el manual para crear un disco de prog metal (aquél que no entienda dirigirse al review de Anubis Gate) debe de figurar la siguiente premisa:
"El sonido de la banda debe de ser sí o sí una mezcla entre el prog metal viejo y peludo, junto con recursos más identificables con:
A) El power metal
B) El pop metal (a lo Bon Jovi)
C) Ambos
De la sabia mezcla del sonido proveniente de estos otros 2 géneros dependerá el éxito de la banda"

Y es que realmente la vanguardia del metal progresivo se está radicalizando hacia direcciones opuestas, algunas bandas prefieren subir su potencia y adoptar un sonido power, otros prefieren bajarla y tornarse un tanto poperos. Unos terceros prefieren alternar esquizofrénicamente entre ambas direcciones dentro de un mismo tema. Antes las bandas de metal progresivo tenía un switch, si este estaba en on la música que creaban era prog, si estaba en off la música que salía era una especie de "Falling into Infinity". Pero hoy las bandas han llamado al electricista, y en vez de un switch les han colocado un regulador, con el cual pueden variar la cantidad de prog que sale de sus bombitas creativas. Muy para la izquierda: pop, muy para la derecha: power... y el prog puro ha dejado de existir. Si no tenemos un doble bombo taladrando obsesivamente nuestros tímpanos, tenemos unas baladas acústicas cantadas con una voz de dudosa orientación sexual. Yo personalmente prefiero el taladro neumático (al cual ya le he tomado cariño) que el cantante afeminado (al cual estoy bastante convencido de que nunca le tomaré cariño).
En este caso Amaran's se inclina peligrosamente hacia la izquierda, desafiando las leyes de la física, casi rogando porque alguien les de el empujoncito final para caer por siempre en el universo paralelo en donde Bon Jovi es el padre, Axl Rose es el hijo y Dee Snider el espíritu santo.
Mi puntaje: 6/10.