10 noviembre, 2009

Retrato de una semana musical, parte 1

El sábado 24 de Octubre se realizó en la Iglesia Metodista Central el 6to. concierto de la Academia Bach de Buenos Aires. Esta célebre institución se dedica al homenaje del eximio compositor Johann Sebastian Bach, lo cual va de la mano de la divulgación de aquellos músicos que han sido de influencia en su vida y su arte, o meramente contemporáneos suyos. De esta forma, la Academia Bach revive en nuestros tiempos toda la precisión y brillantez de la música barroca en general, alzándose como una verdadera puerta que nos transporta al pasado. En esta ocasión tuvimos el honor de presenciar un concierto de manos del GCC-Grupo de Canto Coral, liderado por el brillante director Néstor Adrenacci. Con la excelencia a la cual ya nos tienen acostumbrados, interpretaron obras de Carl Heinrich Graun y Felix Mendelssohn, ambos homenajeados en este año 2009, por cumplirse 250 años de la muerte del primero y 200 del nacimiento del segundo.
Graun fue un ávido compositor del período preclásico, alzándose como músico distinguido de la corte de Federico El Grande de Prusia, en donde se consagró como Kapellmeister. A su vez es considerado hoy en día como uno de los mayores compositores alemanes de ópera de su época. Lo más curioso es que sus obras se encuentran usualmente firmadas por un enigmático “Signore Graun”, lo cual suele generar mucha confusión, dado el hecho de que su hermano, Johann Gottlieb Graun, fue también un compositor muy célebre en su época. Para empeorar las cosas, ambos músicos eran parte de la corte de Federico. Es por esto que hoy en día se suele encontrar una misma obra atribuída a uno u otro de los hermanos, dependiendo de dónde se busque o a quién se le pregunte. De modo tal que el aniversario de la muerte de Carl Heinrich Graun se convierte en una especie de doble homenaje, ya que uno nunca puede estar del todo seguro del verdadero autor detrás de la obra que está tocando. En esta ocasión oímos tan sólo dos pequeños motetes, alegres y bellos, que demuestran con toda certeza por qué este músico se había ganado el puesto de Maestro de Coro de una de las mejores instituciones musicales de su época, como lo fue la corte de Prusia en el siglo XVIII.
Por otra parte, los ocho motetes de Felix Mendelssohn que fueron presentados demostraban una habilidad musical sin paralelo. Como dijo Goethe ya en el año 1821, en una conversación con el maestro del pequeño Felix: “...lo que su alumno ya ha logrado, presenta la misma relación con el Mozart de esa época, como la cultivada conversación de un hombre adulto lo hace con el balbuceo de un niño.” Mendelssohn parecía haber nacido con un dominio intrínseco y absoluto de la capacidad artística musical, y su vida representa un constante caminar hacia la madurez total. Nada más lejos de como veía Wagner las cosas, quien aseguraba que los judíos no eran capaces de hacer música, y que Mendelssohn había adquirido la capacidad de copiar la música de otros por haber nacido en un hogar adinerado y haber recibido una buena educación. El mismísimo legado que este músico judío nos ha dejado en tan solo 38 años de vida, no hace más que atestiguar la ceguera que el odio genera en una persona. En esta ocasión las obras seleccionadas demostraban la tendencia conservadora del compositor, muchas veces moviéndose dentro de las atmósferas barrocas del siglo anterior al suyo. No olvidemos que fue justamente Zelter, su profesor de composición, quien moldeó de esta forma sus gustos musicales. Tanto él como Sarah Levy, tía de Felix y alumna de W.F. Bach, fueron quienes guiaron a este joven músico a explorar los contrapuntos y la claridad tonal que se evidencian precisamente en estos motetes. Más allá de todo esto, estas piezas también demuestran una sólida fe cristiana. Basados en diversos salmos y capítulos de los evangelios, los textos de estas obras nos llevan a imaginar a un Mendelssohn con una verdadera relación con Dios y una madurez espiritual importante. A pesar de haber sido nieto del famoso filósofo Moisés Mendelssohn, miembro importante del Haskalah o Iluminismo judío, y considerado por muchos como un personaje tan importante como el Moisés bíblico, Felix fue criado en un ambiente Luterano. Esto se debió a que su padre, Abraham, resignó de la fe judía para adoptar el cristianismo, bautizándose él y toda su familia. Gracias a esto vemos como su hijo tenía, por lo menos a la hora de componer estas obras, una sincera relación con Cristo. La vida de Mendelssohn no es más que la historia del éxito de un personaje que luchó constantemente contra los prejuicios y la discriminación, para alzarse como uno de los mayores genios musicales de la historia. Constantemente fuera de lugar, siendo un judío cristiano y un romántico barroco, las contradicciones no hicieron más que brindarle una frescura única a su vida y obra. Como él mismo lo dijo, luego dar una presentación en la cual reestrenó la Pasión según San Mateo a casi 100 años de su última presentación: “Pensar que se necesitó (..) al hijo de un judío para revivir la más grande música cristiana para el mundo!”

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